Aprendizaje

Los seres humanos tropezamos tantas veces con la misma piedra por falta de humildad. La humildad es, para mí, la virtud más grande que existe porque es la más difícil de vivir plenamente para cualquier persona; no me refiero a la modestia o ser una persona apocada sino a la humildad de corazón. Cuando una persona es realmente humilde, es alguien que tiene una mentalidad de principiante, es decir, puede ser un premio Nobel y te está escuchando como si fuera un alumno tuyo -porque está plenamente contigo, con todos los sentidos puestos en ti-.

Las personas humildes, cuando cometen un error, lo que más les interesa, no es buscar culpables (ni en él, ni en ella, ni en los demás), sino averiguar qué es lo que ha pasado. Actuar así, es una mentalidad mucho más científica, interesada y curiosa, que una mentalidad enjuiciadora. Cuando una persona es humilde y tropieza con una piedra, está dispuesta a reconocer que ha tropezado con una piedra, y no a intentar ocultarse ante sí misma -o antes los demás- que ha tropezado. Las personas humildes, se dejan asesorar ante los errores, preguntan, escuchan, piden ayuda y se dejan ayudar.

Creo que nuestra soberbia nos mata -literalmente-; no queremos aceptar las cosas como son; queremos que sean a nuestra medida. Queremos que la vida se pliegue ante nuestros deseos… por eso no fluimos con la vida. Cuando aparece algo que no nos gusta, nos preguntamos por qué a mí, en lugar de para qué (qué aprendizajes hay). Y todo esto, es lo que hace que nos cueste tanto aprender: la vida, se vive intensamente y en plenitud, cuando el que pilota el vehículo, es la conciencia y, en el asiento del copiloto, va el ego. Cuando el ego es el que pilota, puedes tropezar muchísimas veces… porque nunca aprenderás.

El tren de la vida

Es algo que comenté en una reunión con otras personas, y me resultó sorprendente, el aprendizaje que extrajo cada uno sobre esta misma reflexión que os comparto.

Nuestra vida se asemeja al viaje de un tren: con sus estaciones, sus cambios de vías, sus averías, sus accidentes, sus pasajeros, etc. Al nacer, subimos al tren de la vida y nos encontramos con nuestros padres. Creemos que siempre viajarán a nuestro lado, dándonos su cobijo y amor irreemplazable pero, por la propia ley de la vida, en alguna estación, uno antes y otro después, se bajarán para siempre. De la misma forma, se subirán otros seres, que serán muy significativos en nuestro viaje: Nuestros hermanos, amigos, nuestra pareja, hijos y algunas mascotas que marcarán nuestro corazón. Muchos se bajarán porque cambiarán de tren o porque terminen su viaje para siempre dejando un vacío profundo y permanente en nosotros. Otros pasarán tan desapercibidos en el viaje, que ni nos daremos cuenta cuando dejen libres sus asientos.

En este maravilloso viaje, muchos “viajarán por viajar”, porque se están en este tren y dependerá de cada quien que le encuentren sentido a este viaje. Otros serán felices de estar en el tren y serán de gran ayuda y beneficio a todos los pasajeros que viajen con ellos. Nuestro trayecto estará lleno de alegrías, tristezas, fantasías, desafíos, encuentros y despedidas. El ser humano de buen corazón, tendrá una buena relación con todos los pasajeros y será de gran bendición para todos. La felicidad consiste ¡en dar lo mejor de nosotros, hagamos lo que hagamos! La realidad de este viaje es que no será eterno y que no sabemos en qué estación nos bajaremos nosotros o nuestros mejores amigos; por eso, lo más sabio y sano es vivir sabiendo amar, perdonar, comprender  y ofrecer lo mejor de nosotros… Así, cuando llegue el momento de bajar y se quede vacío nuestro asiento, dejemos un buen ejemplo de vida y un recuerdo inolvidable para los que continúan el viaje en este tren de la vida.

Las experiencias recientes de cada asistente, brindaron distintas interpretaciones y aprendizajes al escuchar esta historia. Con el tiempo, entiendo que los verdaderos amigos son contados, y que los que lucha por ellos, tarde o temprano, se verán rodeado de amistades falsas. También comprendí que disculpar, cualquiera lo hacía, pero perdonar, está sólo al alcance de almas grandes. Con el tiempo, te das cuenta que, cuando has herido a un amigo duramente, la amistad no volverá a ser igual y sentirás cómo, aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos a los que dejaste ir. Con el tiempo, valoro las experiencias que he vivido con cada persona porque son irrepetibles y, apresurar las cosas o forzarlas para que pasen, ocasionarán que, cuando sucedan, no sean como esperabas. Y es que, con el tiempo, te das cuenta de que, en realidad, lo mejor no era el futuro, sino cada momento que vives, justo en este instante (gracias por leerme y darme tu tiempo).

Desafortunadamente, sólo con el tiempo, se dan las respuestas y es cuando aprendemos. Estoy, y quiero vivir, como si no tuviera nada que perder; como si, cada día, fuera el último. Quiero besar como si, cada beso, fuera el último; gozar como si, cada momento, fuera el último. Quiero que cada proyecto, cada ayuda a los demás, cada sonrisa, cada abrazo, cada caricia, fuera la última… la última noche de amor, el último paseo por la naturaleza, la última canción, las últimas palabras… Cuando a uno le da igual perderlo todo, desaparecen los miedos, las cadenas, las ataduras, los compromisos, la timidez porque, cuando uno está dispuesto a perderlo todo, empieza a estar en condiciones de ganarlo todo.

¿Qué es todo? Todo, es el valor, la sinceridad, la autenticidad, la claridad, la libertad, el camino, la verdad y la vida. En definitiva, vivir de acuerdo con nosotros mismos… nunca vivir como los demás esperan de nosotros. Creo que, la vida, se trata de dar lo mejor de nosotros mismos al mundo.

La riqueza está en la actitud de agradecimiento

Si tienes un sueño, tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo, te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ¡ve a por ello!

Un profesor se había equivocado al escribir en la pizarra:

9 x 1 = 9, 9 x 2 = 18, 9 x 3 = 27, 9 x 4 = 36, 9 x 5 = 45, 9 x 6 = 54, 9 x 7 = 63, 9 x 9 = 72, 9 x 9 = 81, 9 x 10 = 91

y no faltaron burlas por su equivocación; toda la clases se rio de él. Entonces, el profesor esperó a que callasen para decirles: «Así es como son vistos en el mundo… Me equivoqué a propósito para mostrarles cómo el mundo se comporta ante algún error suyo. NADIE me felicitó por haber acertado nueve veces. NADIE me vio haciendo lo correcto y me elogió por eso. Sin embargo, TODOS me ridiculizaron, blasfemaron, humillaron y burlaron de mi porque me equivoqué una sola vez. ¡Así es la vida!».

Debemos aprender a valorar a las personas por sus aciertos. Sumérgete en las aguas profundas (como la canción «Shallow») y encontrarás lo que andas buscando (y que también te está buscando a ti): un AMOR de VERDAD en el que haya PASIÓN, COMPROMISO, PRESENCIA y LEALTAD.

Tu alma ya lo sabe… Gracias, gracias, gracias.

Subscríbete para seguir tu camino

Conoce el final de la historia que escribimos cada momento!!